viernes, 11 de mayo de 2012

la pista azul del tenis



la pista azul de tenis



Madrid cansa. Cansa Ion Tiriac con su afán expansionista y mercantil, cansa el ceño de Nadal y sus rabietas, cansa el debate permanente alrededor de lo que no es tenis, la tierra azul, la pista cubierta, la altura, el calendario, la pretensión de más fechas, las amenazas de plante, la imprevisibilidad a la hora de hacer las cosas, la desconsideración con los protagonistas, las coartadas exclusivamente mediáticas, megalómanas, los discursos contradictorios del número dos del mundo, medidos y a la par contradictorios, un guiño a la capital española y a su afición, elogios a un torneo que no puede ser tan grande como él dice si hace las cosas tan mal, y las hace mal, pues no es el único agraviado, también Djokovic, por mirar hacia arriba, y muchos otros. Ya son dos que no volverán a la azul madrileña.


La Caja Mágica es sinónimo de alboroto. Que se hable del torneo, aunque sea mal, parece pensar el amo, que lanza mensajes desafiantes, de magnate imperturbable, consciente de su poder, de su estatura empresarial, como si nadie pudiera rechistarle, cojo el circo y coloco la carpa en otro lado, ha amenazado durante años, en su delirio maximalista, de Grand Slam, de evento sin parangón. Los voluntarios en pie de guerra, privados de acceso a la pista Manolo Santana, escucho ahora en la sala de prensa. Háblenle al rumano de la clase trabajadora, a ver si le suena de algo.
Y Nadal estalla, aparece presto ante los periodistas recién derrotato por Verdasco. Primera vez en 14 duelos. "Le he ganado 13", recuerda, iracundo, acomodado sobre la silla cuando van incorporándose los medios, todo distinto a cómo suele ser, con el anuncio previo de la llegada de los tenistas para que la sala esté colmada cuando aparezcan, pues tienen su grado de comodidad y divismo, como los músicos en el preludio de un concierto. Pequeña queda la victoria de Verdasco, que la celebra con un alarde de júbilo algo histriónico, tendido sobre el azul, acudiendo a estrechar abrazos en su rincón. El discurso beligerante de Nadal, pues ya nada queda del guiño conciliador tras la victoria contra Davydenko -hablemos del juego, hagamos lo posible por enfrentar los elementos, un lujo estar aquí encorajinado por un público tan querido- pasa por encima del trabajo de su compatriota, que volvió de un 5-2 abajo en el tercero. Cuánto alboroto. Habla Nadal, encabeza la letanía de quejas sobre un trabajo chapucero. Tiriac le responde en otros foros, en la distancia, envuelto en su sempiterno traje gris. Acaban de perder Dolgopolov y Sharapova. Gana Federer a Ferer, ya son 13 a nada y las “top” models, ni se han visto sus cuerpos, mientras tonto tiriaco, dice que le gustan de todos los colores. ¿Será daltónico? Se juega al tenis, aunque parezca increíble.