lunes, 7 de mayo de 2012


Rajoy vuelve a ganar, Rato vuelve a perder

Mariano Rajoy y Rodrigo Rato no estaban destinados a enfrentarse hasta que José María Aznar, el jefe de ambos, les puso a competir para la sucesión en aquel lejano año de 2002. Rato era el favorito del PP y Rajoy el de Aznar. Entonces ganó este último y Rato sufrió la mayor decepción de su vida política.

Nueve años después de aquella traumática carrera, los caminos de Rajoy y Rato han vuelto a encontrarse. Y Rato ha vuelto a perder. El desesperado pulso que ha librado desde 2010 para mantener a Bankia tal cual era se acaba aquí. Rato podía luchar contra el ministro de Economía, su ex subordinado Luis de Guindos. Pero lo que no podía hacer de ninguna manera era enfrentarse al presidente del Gobierno. Por alguna razón -puede que porque no tuviera más remedio- Rajoy ha dejado caer a Rato, después de muchos meses en la indefinición. El presidente del Gobierno anunció en Onda Cero que el viernes el Consejo de Ministros aprobaría un decreto para intervenir en la gestión de Bankia. Rato entendió el aparatoso mensaje y anunció su dimisión.
Detrás de esta fría descripción de la realidad se esconden, sin embargo, muchas claves de las luchas por el poder en el seno del PP. Desde el combate por la sucesión de Aznar a las maniobras para desestabilizar el liderazgo de Rajoy en 2008 -y después-, hasta la guerra desatada para hacerse con el control de Bankia. 
Cuando Rato se vio apartado de un manotazo del liderazgo del PP, y por tanto perdió la oportunidad de llegar a ser presidente del Gobierno, abandono España y se fue a Washington al FMI. Aunque igual podía haberse ido a Brasil o a Argentina. Se trataba de poner tierra por medio. Él nunca ha dejado de ser un líder político, fuera cual fuera su actividad profesional. Abandonó el FMI, volvió a España y asesoró a varios bancos. pero no era lo suyo. Entonces vio en Bankia el segundo gran reto de su carrera. Bankia le conectaba con la gestión económica, pero, sobre todo, con la política. Y le permitía ser el número uno, que es su verdadera vocación como buen líder. El hombre a quien los mercados señalaron como artífice del milagro español de finales de los 90 tal vez creyó que podría hacer otro segundo milagro con Bankia.
Pero no ha podido. Mariano Rajoy ha intentado respaldar a Rato en la solución que estaba buscando para Bankia hasta donde se lo han permitido los mercados, la UE y el FMI. Su antigua casa, el FMI, dio la puntilla a Rato la semana pasada. Otra paradoja del destino.