martes, 3 de julio de 2012

san iker


san iker

Que en France Football digan que el señor Iker Casillas se merece el Balón de Oro debe ser parecido a que mañana Mario Draghi comparezca en rueda de prensa para reconocer que sería bueno adquirir cuanto antes deuda pública española e italiana o como si desde el Comité del Nobel emiten un comunicado afirmando que Philiph Roth debería haber ganado hace tiempo el premio de literatura. En el mundo del fútbol profesional existe una falta de respeto total y absoluta hacia la figura del portero, que es por lo demás el único especialista del equipo; uno puede empezar jugando de delantero y acabar convertido en defensa o al revés, pero el que empieza siendo portero acaba siendo portero y, salvo boutades puntualísimas de entrenador, que haberlas haylas, jamás abandona los tres palos.
Yo creo que esa falta de respeto nos viene precisamente de la infancia; por lo que recuerdo, nadie quería ser portero cuando yo empecé a pegarle (mal) patadas al balón, y todo el mundo quería jugar al fútbol de verdad, al fetén de los pases en largo, los taconazos y los remates de cabeza, como si tratar de impedir que la pelota llegara a la red no tuviera nada de heróico y fuera misión para pusilánimes y gente con poco arrojo. La de portero era una figura aislada, poco conectada con la actividad, que en el fútbol gira siempre alrededor del balón; tan poco apetecible era andar tirándose en plancha a por la pelota que, salvo que tuvieras la fortuna de contar entre tu grupo de amigos con uno muy malo muy malo que aceptara que estaba mejor calladito y atrás, el puesto de portero rotaba, y más de uno y más de dos no se dejaban precisamente la piel sobre el terreno de juego con objeto de salir pitando de allí cuanto antes y cederle el incómodo testigo al próximo pagano.
Heredada o no de la infancia, el caso es que la revista creadora del Balón de Oro ha sido más bien cicatera a la hora de reconocerle el mérito a los porteros y sólo cedió ante Lev Yashine, y hace de aquello casi medio siglo, o aceptó a regañadientes entregarles premios de consolación a Zoff o Kahn. También France Football se ha ido a acordar de San Iker tras oír los rayos y los truenos de la última Eurocopa, y caer después en la cuenta de que Iniesta es un genio, sí, y Ramos un baluarte, de acuerdo, pero que España ha vuelto ha ganar un torneo del máximo nivel habiendo encajado un solo gol, precisamente el que nos marcó Italia el día del debut. Ya va siendo hora de que a Iker se le reconozca que es simplemente el mejor, un jugador de fútbol que marca las diferencias tanto o más que el mejor pasador o el máximo goleador. Hágase justicia con San Iker. Y reparemos al mismo tiempo todas nuestras fobias infantiles.