martes, 15 de mayo de 2012

YO ACUSO



YO ACUSO

Hace un tiempo, utilicé la frase “yo acuso” para referirme a las situaciones escandalosas que sucedían y siguen sucediendo en la monarquía española. Mi libro “CARTA A DON JUAN DE BORBÓN” así lo atestigua. El título fue tomado, no por casualidad, de la histórica carta abierta realizada en 1898 por el escritor Emile Zola para denunciar y poner al descubierto la grave corrupción política, judicial y social que imperaba en Francia. 
La puesta en escena montada dentro y fuera del Congreso argentino, al aprobarse la expropiación de YPF, me convenció de la necesidad de usar esta frase nuevamente.
Yo acuso a la Presidenta, a sus secuaces ministros y a la oposición cómplice por acción u omisión de estar respondiendo a claros intereses antiargentinos  y de estar mintiéndole de forma descarada a la población.
Están usando y manipulando el profundo sentimiento que aún despierta el recuerdo de lo que fue YPF, antes de su privatización, en importantes sectores de la sociedad. Pero no lo hacen para emprender un cambio estratégico, sino para preparar una nueva entrega infame, ya que jamás puede venir una solución de aquellos que fueron responsables del saqueo y del vaciamiento.
Detrás de la expropiación de la petrolera se encuentran delincuentes comunes como el exministro menemista Roberto Dromi, quien hace veinte años fue el mismo que le puso la bandera de remate para entregarla a Repsol a precio vil. Dromi desde hace tiempo es un lobbista de la compra de acciones por parte del Estado argentino (que se terminará haciendo cargo de las pérdidas y de las deudas adquiridas por Repsol) y es un hombre de consulta permanente del ministro Julio de Vido, actual interventor de la compañía.
Se le está queriendo vender espejitos de colores a la gente, invocando ejemplos de hace casi 90 años, cuando ese gran estadista que fue Hipólito Yrigoyen le encomendó al general Mosconi que pusiera en marcha una petrolera estatal que no tardó en ser un modelo a seguir en todo el continente. Pero esa empresa modelo fue expoliada y destruida, primero por la última dictadura militar que la endeudó a niveles insostenibles, y luego por el menemismo y el kirchnerismo, que la entregaron en bandeja.
Ahora YPF ni siquiera está en condiciones de imponer las reglas de juego porque sólo produce el 30% del petróleo de Argentina. El resto del mercado está repartido entre multinacionales y capitalistas amigos del poder K (como Cristóbal López) que también se quedaron con importantes áreas hidrocarburíferas, entregadas por distintos gobernadores en infames negociados, y cuyos niveles de inversión son ínfimos.
Juan Carlos I y la Presidenta Argentina

Yo acuso a la Presidenta de estar preparando un nuevo saqueo. Y como prueba de ello basta con mencionar la posibilidad concreta de que el nuevo CEO de la empresa, sea Miguel Galluccio: una persona que participó de la etapa más nefasta de Repsol, en los años ‘90, cuando miles de familias fueron libradas a su propia suerte con los salvajes planes de ajuste que vinieron de la mano del menemismo y del kirchnerismo, que por aquel entonces gobernaba Santa Cruz, una de las principales provincias hidrocarburíferas del país. Y, como si eso no fuera suficiente, este personaje luego se sumó a una empresa inglesa estrechamente vinculada con la explotación petrolera en las islas Malvinas, en clara violación a la soberanía argentina.
¿De qué “recuperación” de YPF hablan con este tipo de gente a cargo de lo que es la principal empresa del país? ¿Qué iniciativa innovadora puede venir de personajes como De Vido, uno de los máximos responsables del rotundo fracaso de la política energética, que ni siquiera debería estar en funciones, dada su responsabilidad directa por los 51 muertos que se registraron en la masacre de Once?

Yo acuso al Gobierno argentino de estar montando un circo en torno a YPF para tapar los escándalos que llegan hasta las más altas esferas del poder central. Resulta inadmisible, en ese sentido, que haya un vicepresidente puesto a dedo como Amado Boudou -seriamente involucrado con un negociado relacionado a la impresión de papel moneda- que no está siendo investigado por el manto de protección que le otorga la propia Cristina Kirchner y por los manejos espurios que se hacen en la Justicia.
Y lo mismo le cabe al parricida Sergio Schoklender, quien, de la mano de Hebe de Bonafini (a esta altura ya es una funcionaria más del Gobierno nacional), se quedó con millonarios recursos que, en lugar de haber servido para construir viviendas sociales, se terminaron usando para comprar yates, Ferraris y fastuosas propiedades. Hoy Schoklender goza de plena libertad, y Bonafini ni siquiera es investigada.
En definitiva, estamos asistiendo a un escenario muy similar al registrado en 1982, cuando una decadente dictadura militar que buscaba perpetuarse en el poder arengando la causa de la soberanía de nuestro país sobre las islas Malvinas decidió emprender la locura de ir a una guerra contra una de las principales potencias militares del planeta: Inglaterra.
Fue una gran pantalla para evitar el retorno a la democracia. Y gran parte de la sociedad, lamentablemente, no fue consciente de ello y hasta se movilizó a Plaza de Mayo para respaldar a un dictador borracho y asesino llamado Leopoldo Fortunato Galtieri. El trágico final es por todos conocido.
La soberanía no consiste en incumplir los acuerdos internacionales como el APPRI (Acuerdo de Protección Recíproca de Inversiones). Si el gobierno argentino quiere ejercer la soberanía de su estado, que pague por lo que se queda en su justo precio y no con una estrategia de acoso, retirando licencias para hacer bajar el valor de YPF y quedársela a precio de ganga.

Pero es más, si no hubiera sido por la propia presión del gobierno del ex-presidente y difunto marido de la Sra. Kirchner, la familia Eskenazi (amigos del ex-presidente) no hubiera podido entrar en el accionariado de YPF. No tenían ni un peso. De hecho, la entrada de este grupo fue el detonante que provocó la política de dividendos de YPF, pues la familia Eskenazi no disponía de los fondos suficientes para adquirir el paquete de acciones que se les transmitió y están pagando esa deuda a cuenta de los dividendos de YPF. Insisto, todo esto promovido por el difunto marido de la actual presidenta expropiadora y ex-presidente de la República Argentina, Néstor Carlos Kirchner Ostoić. ¡Hay que tener poca vergüenza para apelar a la soberanía y tratar de agitar y engañar así a tu propio pueblo! ¿Por qué no ha expropiado también las acciones de la familia Eskenazi?
Por más esfuerzos que se hagan, tarde o temprano saldrá la verdad a la luz y se disipará el humo de la cortina tendida por el Gobierno actual de la viuda Kirchner para tapar la realidad.
Se cumplirá así una de las máximas que, con gran sabiduría, planteó Juan Domingo Perón: “Cuando los pueblos pierden la paciencia, suelen hacer tronar el escarmiento”.